Sin concesiones, esta vitola Maduro está perfectamente rellena y muy bien construida. Su envoltorio brillante y graso es un buen presagio de un muy buen rato en su compañía.

Crudos, aromas de sotobosque y humus se apoyan en notas más tostadas que nos recuerdan los aromas de café de nuestra infancia.

Redondeándose a medida que se saborea, aparecen toques más mantecosos que acarician delicadamente el paladar. La longitud en boca es golosa y saciante, llevándonos a quemarnos tanto los dedos que nos esperan ganas de consumirlo hasta el final. Sin duda, uno de los más bellos éxitos en este formato.